domingo, 7 de junio de 2015

Bitácora N°17: Creando zonas seguras

Siempre consideré que pintar era una labor relativamente fácil. Solo abrías la lata de pintura, la mezclabas bien, preparabas el área a pintar y procedías a pintar. Nunca estuve tan equivocado en toda mi vida. Fui parte del equipo encargado de pintar los círculos de seguridad por dos sábados seguidos en el patio principal de Llanavilla, la primera vez junto a la comunidad de mi salón y la segunda vez junto a mis compañeros de la sección D.

De verdad para mí fue toda una odisea tener que hacer lo que muchas veces no me había atrevido a hacer por miedo a no hacerlo bien. Pero esta vez fue diferente, sentía mucho entusiasmo de poder aprender a hacer algo nuevo como es pintar, aunque sean círculos de seguridad, pero de todas formas era pintar. Teníamos las dos latas de pintura compradas, cuatro brochas medianas y un desatornillador para abrir las latas. 

Cuando llegamos, cuatro de  nosotros (incluyéndome) empezamos con las labores, no sabíamos ni siquiera como abrir las latas de pintura, pero con un poco de ayuda de Giuseppe (el profesor que nos acompañó) nos dimos cuenta que no era tan difícil como parecía. Lo único que faltaba antes de pintar era conseguir un balde para mezclar la pintura, cuando ya tuvimos todo listo procedimos a poner la masking tape formando un círculo, el primero de todos. 

Mientras que yo y mis tres otros compañeros que me ayudaban pintábamos los demás desarrollaban sus clases con normalidad. Felizmente ya había dejado la sesión de mi salón lista, solo para que mi grupo se encargue de ejecutarla y llevar la clase como si nada. La planificación eficaz fue vital para que esto sucediera.

Quedaba un círculo y media hora de tiempo, estábamos contra el reloj. Así fue como trabajando rápidamente pudimos dejar tres círculos de seguridad listos en el patio de Llanavilla, el siguiente reto era dibujar y pintar los otros tres para la próxima semana. 

El reto quedaría en mis manos al ser el único que podía ir el día de ayer de nuevo a Llanavilla, iría junto con la sección B y la sección D, ellos desarrollarían sus clases con normalidad. Llegué, cargando la lata de pintura que nos sobró de aquella vez, el balde donde preparamos la mezcla el mismo día, y las mismas cuatro brochas, que ni siquiera sabía por qué había llevado. Me di cuenta después que llevarlas todas no fue en vano.

Empecé a delimitar el área del primer círculo de la faena, yo mismo, sin ayuda de nadie, con la cinta que tenía. Cuando de repente viene Renato Loayza y me ofrece ayuda, de verdad la necesitaba, así que acepté. Renato me ayudó a delimitar mejor el círculo, una segunda cabeza siempre puede afinar lo que la otra ya hizo, para hacer juntos un mejor trabajo.

¿Hasta qué punto puedo afirmar que las coincidencias de verdad existen y que nada está planeado?

No creo que haya sido una simple coincidencia cuando me dijeron que tres grupos de la sección D no tendrían clases porque todos los niños habían faltado. Lo primero que se me vino a la cabeza fue una sensación de alivio y a la vez de tensión, porque no sabía si me ayudarían o no. Varios chicos se acercaron a ver qué estaba haciendo junto a Renato, hasta que Carlos Huaraca, Santiago Chahuara y casi todos los que no tenían clases empezaban a ayudarme a pintar el primer círculo del día..

El primer círculo del segundo día estaba listo, dos más para la lista. Recuerdo que algunos de ellos fueron a limpiar los salones, no sé si porque ya no querían ayudarme o porque buscaron algo más que hacer para aprovechar el tiempo. Bueno, el punto es que pudimos pintar los otros dos círculos en el tiempo asignado, de hecho, casi me deja el bús. Me fui satisfecho, cansado y orgulloso de mí mismo, de haber aprendido a pintar y a liderar a un grupo de personas con las que no estaba acostumbrado a trabajar.

Para muchos esos seis círculos de seguridad no signifique nada, quizás ni para los propios niños. Pero me gusta pensar que al menos una persona vea la bondad del trabajo que mi comunidad y yo realizamos. Fue una grata experiencia de verdad. A partir de esto también surge otra cuestión: ¿De qué manera las pequeñas cosas hacen la verdadera diferencia en nuestro mundo? En un mundo lleno de grandes cosas yo creo que tuvieron que existir pequeñas primero para que sea el mundo que tú y yo conocemos.