Había llegado al fin el primer día, desperté con ganas de quedarme en cama, pero eso no me paró para poder alistarme, tampoco los mil mensajes que habían en el grupo de chat, pero ese no es el caso. Nos encontramos, y decidimos abordar un micro, o bus, que por un sol nos llevaría a los confines del centro de Lima, a la Av. Abancay para ser más exactos, principal avenida llena de comercio que transpiraba euforia y algo de desorden, aparte de smog claro. Bajamos en el último paradero de la mencionada avenida, el cual nos dejaba a aproximadamente a 5 cuadras del hogar, nada muy difícil.
Ya nos conocían dentro del hogar, por lo que no fue necesaria una mayor introducción al momento de tocar el timbre. Un simple "somos los chicos del colegio San Agustín" bastaba. Habíamos llegado ya y esperamos en la sala de bienvenida, donde el Sr. Santiago nos había hablado la vez anterior y donde Sor Yrma también lo habría hecho. Esta visita tenía algo diferente, no íbamos a hablar con algún miembro del personal, íbamos de frente a realizar el taller. Muchas preguntas rondaban por mi cabeza, en base a las pautas y recomendaciones del hermano, como: ¿Serán amigables? ¿Tratarán de tomarnos el pelo? ¿Creerán que solo vamos por pena?. Creo que estas preguntas son típicas al momento de tratar con nuevas personas que tienen una situación muy diferente a la tuya. Pero estas no fueron problema alguno ya que, apenas Sor Yrma nos dirigió al salón, habían tres personas sentadas. Hubo un silencio incómodo, hasta que rompimos el hielo, y nos introducimos. Sinceramente salió mejor de lo que pensé.
Me acuerdo perfectamente de cada uno de ellos, y de los que se integraron en clases posteriores. Pero como en el momento solo estoy hablando de la primera clase, sería bueno mencionarlos. Eran tres hombres, uno de estatura alta, otro de media y otro de baja; sus nombres eran Eddie, José y Dionisio. Los dos últimos se mostraron algo tímidos, y Eddie se dejó notar debido a su soltura para hablar desde el primer momento, hizo que sus compañeros se presentaran después de él y nos dijo textualmente que todos ellos estaban dispuestos a colaborar con nosotros, un bonito detalle.
Nos contaba que desde muy pequeño vivía en Lima, aunque olvidó mencionar su ciudad de origen. Pero parecía norteño, quizás de La Libertad o Lambayeque, tengo familia allá, lo que me hace más fácil determinar el origen de una persona por sus rasgos. Nos contaba él que desde muy pequeño le gustaba la historia, que aborrecía la matemática y que lo conocían por el sobrenombre de "La Flor de Papa". Ante esto todos nos quedamos extrañados y fue así como le pregunté el por qué de ese apodo, resulta que en sus épocas de oro solía cantar esa canción cantada por El Trovador Andino, Paulino Rebaza Rodriguez. Las risas fueron inevitables por parte de sus compañeros y por consiguiente de nosotros. Luego de eso, nos contó un poco de lo que era su vida como taxista:
-Eran los 90's por ahí, y la cosa es que, ¿Conoces el mercado de Frutas, el que está por Circunvalación?
-Claro, vivo por ahí.
-Ya, mira te contaré lo que pasó. Había pasado toda la noche trabajando, y justo ahí donde te cuento una chica se me atraviesa por el camino, y por imprudente ella, la llego a atropellar. Quedé con la mente en blanco y no sabía que hacer, hasta que la ambulancia llegó.
-Y, ¿Qué pasó? ¿Se salvó?
- Lamentablemente, no. Fue una pena
Los demás no ahondaron mucho en lo que respecta a su vida o su pasado, quizás porque no fue tan bueno, es totalmente comprensible. Después del primer día, conocimos a más albergados, entre los que se encontraban Alex, un joven de 24 años que siempre se mostraba contento y atento a lo que hablábamos; Sabino, un señor de casi ya 50 años, de origen cuzqueño, nunca olvidaré lo que nos dijo con respecto a nuestro futuro, a lo que debíamos tener en cuenta y la importancia de tomar buenas decisiones, se le veía sincero al momento de decir eso, y ese día durante el feedback hablamos mucho de eso; y por último José Luis, un señor que bordeaba los 60, artista gráfico de profesión. Él nos contó que desde muy pequeño era un fiel seguidor de Dios, que iba a apoyar a la misa como acólito, pero no ahondó en más.
Con el pasar del tiempo las clases fueron totalmente fluidas, a partir del cuarto día aproximadamente todo fue mucho más fácil de lo que creí. Nunca pude imaginar que trabajar con personas mayores podría resultar más cómodo que trabajar con niños, pudimos saltar la valla que el hermano nos puso al momento de asignarnos este grupo.
Un día de esos, Sor Yrma volvió a expresar su eterna gratitud con nosotros y su deseo de que sigamos acompañándolos durante el año apoyando al hogar. Es por esto que nos permitió participar también el programa Camilos Vida como labor adicional, cuidando bebés de padres diagnosticados, que gracias a un sistema de inhibición de leche materna podían nacer sanos. Fue una muy buena experiencia también, aunque no haya pertenecido al proyecto eje, creo que vale la pena mencionarla.
Una dificultad que se nos presentaba en ocasiones era que en algunos momentos no captaban completamente las ideas que queríamos transmitirles, por lo que tuvimos que recurrir a algunas dinámicas que fueran un poco más amenas y que se relacionen por lo menos un poco con lo que estábamos viendo en el taller. Por poner un ejemplo, jugar al conocido ritmo a gogó para hacerles comprender la forma en que usamos la memoria para generar conocimiento en distintas ocasiones. Al que más le costaba entender era a Dionisio, pero poco a poco fue superando esta limitación y demostró su valía, algo que cabe resaltar. A partir de esa situación surge una cuestión: ¿Hasta qué punto nuestra metodología le habría ayudado a comprender mejor lo que es el conocimiento, específicamente obtenido por la memoria?
Tratábamos siempre de hacer una charla al final de cada clase, una especie de feedback de todo lo que habíamos hecho, recordar las dinámicas, mencionar lo aprendido, algo típico. Pero hasta que un día recuerdo perfectamente que Eddie y Sabino nos pidieron un espacio para decir unas palabras. Recuerdo que Sabino, hablando con sus propias palabras, nos recordó lo agradecidos que estaban todos con nosotros. Eddie mencionó que nosotros les dábamos esperanza, les dábamos esperanza al ellos ver que un grupo de jóvenes (que a propósito pensaba que eramos un grupo de universitarios) se preocupaban por ellos y dedicaban algo de su tiempo a personas que entre comillas son marginadas en la sociedad. A partir de ese momento supe que habíamos cumplido nuestra misión, habíamos hecho que de verdad crean que nosotros creíamos que eran personas totalmente capaces como nosotros de realizar sus sueños, cosa que en efecto llegamos a creer, yo desde el comienzo, algunos con el tiempo, pero todos al final. Me llené de emoción ese día y tomar la 23 B en el sol de la Av. Abancay a las 12:00 pm no podía opacarla.
Es una buena oportunidad para mencionar que es la primera vez que recolecto tantas experiencias en un solo proyecto, durando menos que quizás otros, aquí pude darme cuenta de nuestra misión de nuestros ciudadanos del futuro. Hay tantas historias que contar, algunas que no me dejarían poner aquí por cuestiones de espacio y otras que solo te las podría contar en persona. De verdad fue fascinante. Espero poder reunirme con mis compañeros y poder visitarlos algunos sábados, días libres para ellos, para poder mantenernos en contacto y mantener viva la llama de la esperanza en sus corazones. Quizás traiga a nuevos compañeros que puedan ayudarnos, pero eso ya lo veremos.
Vinculación con los ocho objetivos CAS
-Emprender nuevos desafíos: En sí , todo el proyecto fue un desafío, desde pensar que íbamos a hacer hasta realizarlo. Pero al final valió la pena.
-Desarrollar nuevas habilidades: Creo que todo el desarrollo del proyecto me permitió desarrollar la habilidad de saber tratar a las personas, no importa su condición o situación, en cualquier momento. Algo que definitivamente me servirá en un futuro.
-Trabajar en colaboración con otras personas: Evidentemente, el trabajo en comunidad fue clave dentro del desarrollo y aplicación del proyecto "Teoría de la Felicidad" , realizado en el hogar San Camilo.
-Mostrar perseverancia y compromiso personal en sus actividades: Creo que todos llegamos a cumplir este objetivo debido a que sin este el proyecto no hubiera podido ser realizado de la mejor manera.




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