No iba a ser una salida de aquellas, aparte de ser la última de todas en nuestras vidas escolares, sería la primera en la que me tocaría asumir el rol de coordinador, sería la primera vez que cargaría una salida en mis hombros. Esta responsabilidad, quiero creer, que no me fue asignada arbitrariamente. Tenía una semana exactamente para ver que esta salida a Llanavilla se diera de la mejor manera posible, tenía que ver que cada equipo de cada grado tenga sus materiales listos, así como también estimularlos para que sus clases fueran lo más dinámicas posibles y así los niños pudieran llevarse un buen recuerdo de nosotros.
Dejando todo listo
La labor del coordinador empieza cada bimestre, y a pesar de que en mi caso haya sido diferente. Considero que desde un primer momento que acepté tomar este reto, sabía que sería difícil, tal como lo había visto con otros compañeros que estuvieron en el mismo lugar en el que me tocó estar. Me sentí tocado, por la oportunidad de crear una nueva historia. Ya había coordinado un salón, ya había enseñado ToK en un albergue, pude correr una distancia que a primera vista me pareció descabellada. No podía esperar menos de lo que me deparaba.
Contingencias de último minuto
Durante la organización de la actividad, así como también durante su desarrollo, existieron distintos problemas. Problemas que lejos de entorpecer la actividad considerablemente, nos ayudaron a pensar críticamente acerca de como podíamos dejarlo todo verdaderamente en un día tan importante como nuestra última salida de todas. Así, me encontraba dejando todo listo, tranquilamente el viernes por la noche. Cuando la coordinadora de la sección F me manda un mensaje que parafraseándolo dice lo siguiente: "Queridos amigos, hay un problema, no sé si tengan conocimiento de ello pero tendremos que dividirnos los salones. A nosotros nos tocan los 3 grados mayores y a ustedes los 3 menores", Al comienzo me sentí iracundo, pero luego me di cuenta que esa noticia debí haberla sabido y socializado antes, pero un error de comunicación no lo hizo posible.
Es así como 13 personas se quedaron en el aire, sin nada que hacer prácticamente durante la actividad, aparte de apoyar a los otros salones. Hasta que nuestro coordinador CAS me motivó a inspirar a mis compañeros a hacer algo jamás pensado, formar el primer escuadrón de limpieza de Llanavilla. Fue así como mediante una simple publicación en el muro del salón pude conseguir formar un equipo de aproximadamente 7 personas, trayendo cada uno insumos de limpieza, que pudiera realizar las labores correspondientes. Y todo de un día para otro.
El mismo día, llegamos todos, no hacía frío ni calor, todo pintaba bien. Hasta que vimos que solo habían 4 salones habilitados, y que la otra sección ya había tomado su parte. ¿Qué podíamos hacer? Esperar un milagro y que la directora venga no era una opción, así que decidí buscar a alguna persona que nos pueda ayudar, así fue como encontré a un amable señor que presumo era el encargado, quien al preguntarle si podía abrir un par de salones más , me ayudó sin dudarlo. Problema resuelto.
De como nos fue
Las clases se llevaron de una manera adecuada, fueron lo suficientemente dinámicas, y los niños la pasaron muy bien. Como coordinador, aunque muchas veces siento que fui muy espectador, también siento que cumplí mi parte como miembro de la comunidad, al controlar los tiempos, motivar a todos a ser dinámicos con las clases, al ayudar a la miss encargada del biohuerto, al ayudar a Fabrizio a llevar un balde lleno de arena y entre muchas cosas más. El punto de todo esto, pude darme cuenta luego, no era el reconocimiento, no era esperar ovaciones como: "¡De verdad lo hizo muy bien!". Aunque aún me cueste ir en contra de mi propia corriente, agradezco que estas experiencias me toquen tan profundamente, que me motiven a hacer cosas que nunca me hubiera creído capaz de hacer.
La salida para mí fue un éxito rotundo, pude experimentar ese rol que tanto había admirado, el de coordinador de salida. Definitivamente volvería a coordinar una salida, volvería a aceptar el reto de nuevo en mis hombros. Siempre mirando hacia adelante, hacia el progreso. Algo que también quisiera destacar es como pude adquirir una mayor conciencia de mis propias cualidades como líder que puede llegar a inspirar dentro de un proyecto tan chico y tan grande como son los talleres de inglés en el colegio Santa Rosa de Llanavilla.
Baños limpios, niños felices, suelo sin arena, todo listo. Me despido.
De como nos fue
Las clases se llevaron de una manera adecuada, fueron lo suficientemente dinámicas, y los niños la pasaron muy bien. Como coordinador, aunque muchas veces siento que fui muy espectador, también siento que cumplí mi parte como miembro de la comunidad, al controlar los tiempos, motivar a todos a ser dinámicos con las clases, al ayudar a la miss encargada del biohuerto, al ayudar a Fabrizio a llevar un balde lleno de arena y entre muchas cosas más. El punto de todo esto, pude darme cuenta luego, no era el reconocimiento, no era esperar ovaciones como: "¡De verdad lo hizo muy bien!". Aunque aún me cueste ir en contra de mi propia corriente, agradezco que estas experiencias me toquen tan profundamente, que me motiven a hacer cosas que nunca me hubiera creído capaz de hacer.
La salida para mí fue un éxito rotundo, pude experimentar ese rol que tanto había admirado, el de coordinador de salida. Definitivamente volvería a coordinar una salida, volvería a aceptar el reto de nuevo en mis hombros. Siempre mirando hacia adelante, hacia el progreso. Algo que también quisiera destacar es como pude adquirir una mayor conciencia de mis propias cualidades como líder que puede llegar a inspirar dentro de un proyecto tan chico y tan grande como son los talleres de inglés en el colegio Santa Rosa de Llanavilla.
Baños limpios, niños felices, suelo sin arena, todo listo. Me despido.
















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